Siento el retraso en escribir pero
tengo una razón de peso, mi viaje a París.
Es la segunda vez que voy este año,
pasé allí la Nochevieja, y esta vez he vuelto más enamorada de
ella.
www.dior.com |
Pasear por sus calles es mágico, sus
edificios, la gente, ese ambiente un tanto melancólico, es única.
En este viaje hemos hecho la ruta de las tiendas y del lujo, hemos
paseado por la Avenue Montaigne, donde las grandes firmas de moda
tienen sus tiendas. Dior, Chanel, Loewe, se mezclan con coches de
alta gama y con parisinos/as que van a la última, con chófers que
dejan a sus generosos y adinerados clientes en la puerta de las
tiendas y a los que recogen al cabo de dos horas cargados de bolsas
llenas de “modelitos” carísimos. Llegué a ver a uno que recogía
las bolsas de Dior y las llevaba al hotel Plaza Athenee, donde
imagino que las subiría a la suite de lujo para que la persona en
cuestión luciera el diseño por la noche en una soirée de París.
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www.louisvuitton.es |
Escaparate que merece una mención
aparte es el de Louis Vuitton en los Champs Elysees, la boutique
insignia de la maison francesa ha jugado con los lunares y la
imaginación para la presentación de su colaboración con Yayoi
Kusama, artista japonesa que ha llenado las creaciones de la firma de
lunares y colores.
Y uno de mis sueños se hizo realidad,
visité la tienda de Chanel en la Rue Cambon. En ella empezó a
fraguarse la leyenda de Chanel. En el número 31 vivía Gabrielle
Chanel, abajo tenía la tienda y el taller y en su primera planta su
apartamento, con preciosos biombos coromandel que fueron los
espectadores mudos de sus encuentros amorosos y del nacimiento de sus
creaciones, y que un día decidió abandonar por una suite en el Ritz
de la Place Vendôme. Entrar a la tienda fue mágico, un portero
vestido de traje, Chanel por supuesto, te abre la puerta con una
sonrisa y un “Bonjour, Madame” que deja entrever lo que viene
después, grandes salones sobrios y elegantes donde lucen no más de
10 modelos para que puedas apreciarlos, tocarlos y hasta olerlos,
todo huele a Chanel. He de reconocer que cuando el portero me abrió
la puerta vislumbré al final la escalera que sube al primer piso, y
con una sonrisa y un francés pésimo le pregunté si podía subir,
su respuesta fue un “No” eso si, con una gran amabilidad. ¿Qué
habrá en ese piso? ¿Conservarán el apartamento tal cual? ¿Lo
habrán convertido en oficinas? Me quedé con las ganas de saberlo,
así como de conocer su suite del Ritz, esa que recuperó de las
manos de los nazis, y en la que murió como sólo ella podía
hacerlo, con esa frase para el recuerdo “Mira, así se muere”.
www.chanel.com |
¡Ay, París! esa ciudad donde la crisis es
elegante, cara y al alcance de unos pocos.
Arumeta, me ha encantado tu paseo por paris, no he estado nunca pero ya te tengo a ti para describirmela a la perfeccion. Espero ansiosa la segunda parte y q sepas q me debes un cafe para contarmelo todo. Mil besos.
ResponderEliminarYo también recuerdo perfectamente la primera vez que entré en el Chanel de la Rue Cambon, tendría unos 17 años...
ResponderEliminarhttp://entremanolosandaeljuego.blogspot.com.es/